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Mientras tanto, San Agustín y la vida diaria

"If you could look inside my heart
You'd see a body without a soul”
— Exit Wound, Jackie Leven

"Madam, if you could see the image of my heart
you would there see the picture of a body without a soul”
— Carta a Catalina de Médici por la muerte del duque de Anjou, Isabel I

Hace unos días me preguntabas por un personaje histórico. Tras una breve reflexión, y recordando que ya había elegido a Ringo en otro juego, decidí que lo más coherente sería nombrar a otro tapado. Pensé: San Agustín, ¿por qué no?

En Exit Wound, tema que siempre recomiendo, Leven abre con una frase de una vulnerabilidad brutal atribuida a la mismísima Isabel I de Inglaterra: “If you could look inside my heart, you'd see a body without a soul”. La confesión de aquel vacío tan íntimo y la pena que dejaba la muerte del duque de Anjou se transforman en la antesala de una meditación sobre algo que puede sonarte tan anacrónico como tirar de la cadena: la herida que deja el amor perdido. La herida de salida.

La herida de salida que deja un proyectil al atravesar un cuerpo es más devastadora que la de entrada: marca la violencia de lo que se pierde, el rastro de aquello —llamémoslo, a efectos prácticos, amor— que, tras irrumpir con fuerza, se marcha dejando una ausencia irreparable. Y es aquí, en la ausencia, donde aparece el pensamiento de San Agustín: el bien —la bondad plena— es lo que colma, lo que otorga unidad y sentido. Cuando se retira, deja un hueco, y a su alrededor, desgarro y miedo al tacto de la piel y las palabras. Es en estos estados de privación en los que a veces, no siempre, aunque muchas más veces de las que nos atrevemos a reconocer, nos tienta el mal. Pero ojo: no hablo del mal como un ser saurónico, ni tampoco de una fuerza ajena que nos invade y nos posee. No se trata de eso. Hablo de ese momento en el que dudamos y nos dejamos caer, nos ausentamos de nosotros mismos, dejamos de ser y abandonamos al niño que habita dentro —ese guardián de nuestra esencia.

Por suerte, lo cotidiano nos tiende su mano: un gesto amable después de un mal día en el trabajo, un buen café o un Beronia compartido para acompañar una conversación, hacer la compra y acabar mandando un beso al infinito; contemplar a esos ángeles que juegan con tu energía; escuchar jazz mientras alineas pares de zapatos, estar allí donde otros no están… incluso leer la deriva en prensa que ha dejado la tocahuesos de María Pombo puede llegar a conmovernos. Lo que nos sienta bien no siempre es grandioso: a menudo es simple, casi invisible, una presencia que basta para recordarnos que el hueco puede llenarse, que sí se puede con todo lo que se nos venga encima. Entonces, la herida de salida empieza a transformarse en lo que Huxley llamaría el umbral: ya no es solo una cicatriz, sino un lugar por donde también entra la luz. Un recordatorio de que incluso lo perdido puede ser el origen de algo nuevo y maravilloso. La intuición no es ciega, solo un poco miope.

Tras la muerte de Francis, a quien llamaba “my frog”, Isabel I estuvo muy ocupada en lo que para 1584 era lo cotidiano: a pesar de ser reacia a derramar sangre, ejecutó sin pensárselo a otro Francis (Throckmorton) por conspirar contra ella, lidió con los intentos por parte del trono español para liberar a María Estuardo y dedicó muchas horas de correspondencia con Jaime VI de Escocia, quien ya coqueteaba con los católicos franceses. Entre pérdidas y decisiones duras, encontró lo que sostiene y da sentido a todo lo demás. Y ese bien, del cual nos habla San Agustín, Madame, lo sabéis usar muy bien las personas extraordinarias.

Me muero de ganas por saber qué me vas a contar ahora sobre el pequeño Napoleón.


Sobre esta entrada…

Escrita
Septiembre 7, 2025

Fotografía
Edouard Boubat - Paris, 1948

Playlist Recomendada

Jackie Leven – Exit Wound
Nina Simone – Wild Is the Wind
Nick Drake – River Man
Bill Evans – Peace Piece
Arvo Pärt – Spiegel im Spiegel
Max Richter – On the Nature of Daylight
Ólafur Arnalds – Saman
Sufjan Stevens – Mystery of Love
Still Corners – The Trip
Aldous Harding – The Barrel

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